El 30 de diciembre de 2021, el periódico israelí Ynet se inventó la palabra “flurona” y, en cuestión de días, se ha convertido en una de las palabras pandémicas de moda que se repite una y otra vez por la red, los medios y (al menos, hay que reconocerlo) las conversaciones matutinas. Pero, ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de “flurona”? ¿Es algo nuevo y peligroso? Es más, ¿tiene algún sentido la alarma que se ha generado?
Según un análisis realizado por el portal web www.xataka.com, La utilización del nuevo término puede generar confusión dando la sensación de que hemos encontrado un nuevo virus o, peor aún, que la gripe y el coronavirus se han fusionado de alguna manera.
Nada más lejos de la realidad. Es una coinfección de ambos virus que, de hecho, no es ni siquiera novedosa.
Sin embargo, las coinfecciones son algo relativamente habitual. Se han documentado infecciones con otros virus respiratorios (rinovirus, enterovirus, etc…), aunque a diferencia de la gripe a infección de coronavirus no suele cursar con infecciones bacterianas. Puede ocurrir, claro; pero es algo mucho menos frecuente.
¿Es peligrosa la “flurona”?
Cualquiera de las dos infecciones por sí solas es peligrosa. Sobre todo, si no estamos vacunados. Lamentablemente, aún no tenemos datos sobre si puede agravarse el pronóstico clínico y ni siquiera tenemos claro cómo interaccionan los dos virus entre sí.
¿Cómo sé si tengo “flurona”?
Siendo completamente sinceros, excepto por un puñado de síntomas muy concretos (como la famosa “pérdida del olfato” del covid-19), la sintomatología de ambas enfermedades es parecida y resultan casi imposible de diferenciar a no ser que se usen tests específicos. Esto puede ser un problema a nivel epidemiológico, pero a nivel clínico el tratamiento de las ‘fases leves’ de ambas enfermedades es el mismo: sintomatológico. Sólo cuando la enfermedad se hace grave existen tratamientos específicos y tiene sentido saber si se tienen ambos virus.
¿Tiene sentido utilizar la palabra “flurona”?
Este concepto es lo que los lingüistas llaman un ‘blending’; es decir, neologismos que se forman “truncando dos palabras y fusionándolas a las bravas”. En el caso de “Flurona” se ha cogido la palabra inglesa para la gripe (“flu”) y se ha mezclado con “corona” (en referencia, claro, al coronavirus). En España hemos adoptado este término por influencia de la prensa anglosajona, pero, como señala Elena Álvarez Mellado, la palabra que “igual es una creación transparente para un angloparlante”, es bastante opaca para un castellanoparlante. “Flu-” no te remite a gripe y “-rona” no te remite a coronavirus. De hecho, como durante los últimos dos años se ha usado “corona-” como prefijo para crear nuevos términos, lo lógico quizás hubiera sido hablar de “coronagripe”.
No obstante, como hemos visto las coinfecciones son raras, ocurre con muchos otros virus y no tenemos muy claro que conlleve un problema extra de salud. Es decir, el uso de la palabra no atiende a su significación clínica, sino a una especie de necesidad periodística-marketiniana.